jueves, 29 de abril de 2010

Diario de Abordo Volumen 2



11-abril
Hoy después de tanto tiempo te recuerdo, te echo en falta y te escribo, Joxi.
Amigo, reina la noche desde hace tanto tiempo que las calles tiritan intentando
recordar el sol. Mis labios también tiritan al buscar los recuerdos de la feliz calidez.
Llegó un día en que moriste( poco antes de que abandonara esta carta que jamas
terminare), al poco también faltaron los sueños y ahora que ya ha pasado tanto
tiempo, se que contigo también murió la niña que desde este cuerpo saltaba hasta
cualquier lugar.
Ya no recuerdo como era aquella ciudad de la que huí, en la que empalábamos la
rutina escapándonos de nuestras propias sombras. Pero he vuelto a acordarme de ti.
No es que te necesite, son ellos quienes te necesitan.
La noche empieza a abandonarme, a los días ya los he abandonado Yo. Aun así
sigo combatiendo en ellos. A pesar de que cada día me cuesta más acordarme de las
cosas, sigo andando los días como un burro cegado por el sol que no se da cuenta de
que la zanahoria que persigue esta ya podrida.
A pesar de todos mis reniegues sigue la vida conmigo a cuestas, Madrid es el
útero donde ni siquiera necesito respirar. Quizás tampoco tenga tiempo para ello.
Sigo adelante con lo de las clases. Física, química inorgánica, matemáticas, insultos,
insurrecciones y psicópatas pre-adolescentes bajo la impunidad legislativa actual.
Como siempre. Si te pudiese decir que no lo entiendo, podría descansar al oír tu risa.
Cualquiera diría que te amaba, y entonces si que nos reiríamos, nos sufríamos porque
éramos nuestro propio servicio a la comunidad. Sin duda siempre fuimos culpables y
conscientes de ser como éramos. Quizás tu lo fuiste un poco más y por eso no te dio
miedo morir.
22-mayo
He vuelto a escribirte y no se como decírtelo ahora que se que nadie va a leerlo,
pero de alguna forma se que has vuelto.
Todo era como antes, en mitad de un sueño apareciste bajando unas escaleras. Yo
aun era joven, aun saltaba y reía e incluso te eche la bronca. Pero tu no me oías, solo
mirabas como si no supieses hablar. Solo esperabas como si no supieses andar y tu
sonrisa, un poco más pueril que en tu infancia, me decía que todo iba bien. Con una
imagen que salió de tu boca como un suspiro, entendí que los ciclos no acaban, que
se autorrodean eternamente alcanzando todos los posibles confines como una espiral
infinita.
Al despertar, solo conseguía recordar la mancha de aquel vino agrio con el que
me ensuciaste el vestido cuando nos conocimos. Yo iba hacia otro lugar y tu venias
de alguna parte con el brick en la mano, apenas teniamos quince años, nos chocamos,
lamiste el vino del vestido y sentados en el arcén de una callejuela del Carmen,
bebimos. Yo nunca llegue a aquella cita para la que tanto me había arreglado, pero
llegó el destino para traernos a cada uno la sombra del otro.
12-junio
El pasado no vuelve como es normal, pero tampoco lo hace la gente que lo pisó.
Recibí hace unos días una carta de un tal Carlos, no recuerdo quien es. Se ve que era
el representante de alumnos de mi promoción, seguro que tu tampoco lo recuerdas( y
como duele oír al silencio donde debía estar una carcajada tuya). Se acuerda bien de
mi, no me llama por mi nombre de pila. Fiesta reencuentro de alumnos por los
veinticinco años de nuestra promoción. No consigo recordar casi ningún rostro de
clase. No pienso ir.
20-junio
Una arcada me recorre el estomago al pensar en la situación de ir a cenar con cien
desconocidos. Ni siquiera se merecen el beneficio de la duda de los desconocidos, a
estos ya los conocí y no hicieron nada memorable. Ya tuvieron su oportunidad.
Hace ya mucho tiempo que cambie de numero de teléfono, pero eso no impide
que el pasado siga buscándome. Un mensaje del que me mando la carta me pregunta
por qué no ha recibido la confirmación, que no puedo dejar de ir. Que estaremos
todos.
No sabes como me ha dolido oír eso. ¿Todos?¿Que todos? Una manada de
cincuentones achacosos que no reconoceré porque ademas no recuerdo de nada.¿Y
tu?¿Vas a estar allí?no creo que aparezcas por la puerta con un anillo de casado,
volviendo de esa china donde querías perderte.
Llegué a Madrid por un traslado después de que un chaval perdiera un ojo en una
de mis guardias. Recuerdo aquello ahora tan lejano, lo culpable que me sentí.
Mientras yo no miraba, un chiquillo le tiro una mina calentada a fuego a otro y este se
la devolvió tirándola con un tirachinas. Tuvimos tanta mala suerte que le dio en un
ojo, hubiera podido ser peor. Pero uno es tuerto de por vida, el otro del colegio militar
en el que sus padres lo internaron, pasó a ser traficante y yo huí de mi mundo para
esconderme en la soledad. Me sorprendió ver a Pedrin (Pedro Hernández Machado)
en las noticias quince años después de aquel ultimo día que lo había visto. Después
del accidente me tomé una semana de descanso, luego fue un mes, un cuatrimestre y
al final pedí el traslado.
Amontoné mis decisiones en el armario olvidadas y dejé que decidiesen por mí
donde iba a vivir.
Los primeros años en Madrid fueron bastante buenos, siempre había un concierto
al que ir o una tienda de vinilos en la que gastar tarde a tarde algo de vida. Me
prometí empezar de nuevo y aunque ya no veía las cosas como antes seguía
disfrutándolas. Conocí mucha gente, me enamore un par de veces(hubo una mujer
que te habría encantado) y seguí viviendo aunque siguiese esperándote. Creo que
hasta te llegue a olvidar.
El tiempo fue pasando, los sueños no volvían y tu con ellos desapareciste. Del
olvido de ti, pasó a ser el olvido de todo y entonces me engulló la rutina. Los años
han pasado en un vació parpadear y de ellos solo me queda una pueril oscuridad
donde debían haber recuerdos. Y me siento bien al pensar esto, ahora que parece que
haya despertado.
15-julio
La conclusión, hoy que ya han pasado unos días de aquella cena, hoy que parece
que empiezo a digerirlo, es la de siempre. Es estúpido chocarse contra un muro, pero
es mucho peor chocarse con el muro que conocías. No debí haber ido a la reunión o
quizás el problema es que esa reunión debía haber sido a los quince días de haber roto
con mi vida. Haberme dado cuenta antes de que estaba quemándolo todo, de que
había elegido abandonar, haber desecho ese nudo en el estomago desprevenido que
solo la soledad puede hacer. Entonces hubiera intentado guardar a alguno de esos
amigos, hubiera vuelto a preguntar por los que ahora ya solo hay silencio. No me
hubiera encontrado en ese gentío desconocido que compartía champagne. Entonces
quizás, tan solo quizás, hubiera sentido algo tras alguno de aquellos abrazos. Ahora,
de vuelta a mi silencio tan solo puedo echar de menos aquello que no he vivido.
18-octubre
La tarde caía, mi mente divagaba en blanco sin decidirme a que hacer, así que
abrí uno de los sobres del concurso de literatura del instituto. Para variar me volví a
apuntar, me encantaba hacer de jurado. En el fondo me emociona leer textos tan
limpios, escapar un poco de la letra fingida, de tanto estilismo hueco donde las
palabras van a la deriva.
Parece que la gente disfruta manchando arboles muertos, pero los chiquillos de
instituto eran distintos. Su rabia, su odio, su idealización de todo. Era increíble, les
dabas la intimidad de una hoja en blanco y el aliciente de un premio y destrozaban el
pronostico de cualquier profesor de literatura. Era curioso pero nunca había visto a un
profesor de literatura disfrutar de un concurso de este tipo, más bien solían odiar las
fechas en que tenían más "redacciones para corregir".
Comencé con los textos, y tengo que admitir que me aburrí bastante las primeras
horas, pero de repente, de manos de una niña de apenas doce años, apareció tu
sombra.
LOS SOÑADORES DE YLIHOM
Caminé más allá de los limites del desierto rojo, atravesé la cordillera del lago de
la rosa negra y aun así volé más allá del horizonte incontables veces. Sabía que los
delfines dormían en algún lugar y siempre volaban en esta dirección cuando las
sombras cubrían la bóveda celeste. Aun no había encontrado ninguna respuesta
cuando olí a un par de espectros de Kir-hom, sus sombras me acompañaron durante
mucho tiempo, me hice viento y ellos se convirtieron en lluvia. Me arañaban por
todas partes, mientras yo intentaba huir hacía el techo de la bóveda. Cegado mientras
mis manos ardían al rozar la bóveda, vi como ellos permutaban su forma
incesantemente deshaciéndose en forma de unas gotas finas y pesadas. Parecía aceite
de antorcha, y mis heridas ardían mientras intentaba recuperar el aliento. La rabia
hinchaba mis venas, y los destellos plateados de mi lomo comenzaron a vibrar al
ritmo de mi respiración. Poco a poco mi piel comenzó a solidificarse como una
membrana de luz grisácea y caí sobre ellos más parecido a un rayo que a un ser. Al
abalanzarme se descompusieron.
Un ligero goteo siseaba por los caminos, alimentada mi alma por el odio del
encuentro me decidí a seguir el goteo para eliminar a los dos espectros. Continué a lo
largo de unas cavernas que me llevaron hasta una villa en lo hondo de un suave
acantilado. Uno de los espectros reptaba muy lento y prácticamente lo había
alcanzado cuando nos zambullimos en las callejuelas.
Toda la ciudad se encontraba hundida en un mar de aire caliente y denso.
En lo más profundo de una sima comenzaban sin previo aviso los edificios, a su
alrededor mareas de viento rojizo y pesado mecían a su placer miles de cuerpos
durmientes. Se encontraban flotando sobre el suelo a escasos centímetros. Las calles
se multiplicaban en esquinas y bifurcaciones y en todas ellas habían decenas de
cuerpos durmientes.
El espectro reptó hasta el ombligo de uno de ellos, al quitarle la camisa descubrí
una gran mancha de gangrena que abarcaba casi todo el estomago. Empecé a mirar
cuerpos, y todos tenían manchas, en algunos llegaban hasta el cuello, otros apenas
eran un moratón alrededor del ombligo. Uno de los cuerpos cayó al suelo, le vi abrir
los ojos y correr hacía una puerta hecha trizas. No pude evitar seguirle, aunque mi
alma lamentó encontrarse allí apenas con entrar.
En cada esquina del edificio había una persona, o varias en montón hacinadas,
todos se tapaban el rostro, se retorcían en el suelo, sollozaban de angustia, y al
intentar tocarlos corrían gritando, hacía cualquier otra esquina del edificio. Seguí
moviéndome por la ciudad, andando por su fondo o nadando entre vientos hasta las
azoteas de los edificios. Desde ellas muchos saltaban entre alaridos quedándose
profundamente dormidos justo antes de estamparse contra el suelo. Quedaban en
estado de letargo nuevamente levitando a escasos centímetros, ninguno llegaba a
chocarse. Comprobé todos los edificios que pude, todos estaban llenos de gente,
desde todos saltaba de vez en cuando alguno, y por todas las calles quedaban
levitando hasta que volvían a despertar.
De repente la volví a sentir, detrás de mí, lejos muy lejos, pero no lo suficiente
como para estar a salvo de ella. Kir-hom estaba en Ylihom. No podía escapar, notaba
como ella me estaba olisqueando, sentía su maraña de chirridos acercarse y entre las
mareas de viento no conseguía escapar lo suficientemente rápido.
La villa de soñadores se estaba convirtiendo en una cárcel, nadando entre las
callejuelas la notaba acercarse como si estuviera lamiendo mi nuca. Mi piel y mis alas
comenzaron a mezclarse con las mareas y de repente me di cuenta de que nadaba
entre ellas, informe, inconsistente, inalcanzable. Kir-hom poso su rostro enfrente mío,
un manto eterno de sombras la cubría por completo. Tan solo sus ojos se divisaban
brillantes a través de su propia esencia, me rodeaba pero no era capaz de atrapar mi
esencia pues se diluía a través de ella misma. Comprendí el honor de tener su sangre
en mis venas, al ver como de poderosa era mi insatisfecha cazadora. Me atacaba una
y mil veces y no conseguía más que cansarme. El limite de la ciudad apareció en mi
horizonte. Poco a poco fui comprendiendo que donde ya no hubieran mareas de aire,
no podría ser parte de ellas y que entonces mientras permaneciera en ese estado que
me protegía de ella, no podría salir de Ylihom. En mitad de todos mis problemas, un
rostro durmiente me arranco de todo aquello (“Maite”). No entendí lo que pensé, pero
apenas tuve tiempo para pararme a ver.
Intentar pensar en algo que no recuerdas mientras intentas escapar de La Nada
que todo lo devora, no era una buena opción. Cogí el cuerpo durmiente y lo lance
fuera de la villa. Kir-hom se abalanzó sobre ella y entonces tuve mi única posibilidad
para atacarle. La gran sombra se retrayó sobre si misma comprimiendo su ser hacia
las alturas para separarse de la sima y localizar a su presa.
Me transforme en una nube de rayos que atravesaban las mareas de aire de la villa
chocándose en el techo contra las sombras. Al abalanzarme sobre Kir-hom, sentí
como cada parte de mi se perdía en un plano distinto al mío y entre ellos. Mientras,
Kir-hom se encontraba anclada y electrocutada en el techo de la caverna. Lentamente
una llovizna de óleo sepulto en silencio el valle de la villa. Agotado caí al suelo.
La lluvia se evaporaba y ella se hinchaba ignorando las leyes físicas de aquel
lugar. Su cuerpo cubría por completo la villa y la sima en la que se encontraba. No
tenía salida y me escondía dentro de edificios que ella desplomaba sobre mis
hombros. Corría entre las callejuelas, y pensé en convertirme en la misma tierra, así
podría recorrer las entrañas de La Ciudad, hasta algún lugar bien iluminado lejos de
aquel infierno húmedo y oscuro.
Ya era parte de la tierra misma y apenas pasó un segundo cuando empecé a sentir
terremotos resquebrajando mi cuerpo y alejándome de cualquier salida. Kir-hom
desde los cielos soplaba sobre la tierra que se abría al contacto con su aliento. Y con
la tierra yo también me abría. Serpenteé todo lo que pude y las entrañas de La Ciudad
se convirtieron en un laberinto de simas y acantilados. Volví al estado de viento sin
casi aliento en mi pecho y Kir-hom reanudo sus ataques. Aunque como marea de
viento casi ni me rozaba, uno detrás de otro los ataques se sucedían en ínfimas
fracciones de segundo y yo no conseguía pensar más allá de como huir.
Me convertí en una mota de luz, no me quedaba energía para más, y loco de furia
contra ella me lance hacía el centro mismo de las sombras. Ninguna de sus
oscuridades consiguió tapar mi luz y llegue hasta el techo, lugar donde ella nada
podía hacer. Dando pequeños saltos de partícula en partícula como mota de luz me
fui alejando de Ylihom mientras La Madre de las sombras bajó a descansar a uno de
sus hogares.
Fdo: H.
Sinceramente no se si revisar tu diario o simplemente tirarlo todo a la borda y
buscar a un medico que me diagnostique alzhéimer, porque no es posible que esa niña
halla escrito mi sueño.
Lo recuerdo perfectamente, fue poco antes de volver a empezar con esta carta.
Soñé como algo me arrancaba de mi letargo y luego esa batalla grotesca que una niña
ha descrito como si le hubiesen sangrado a ella las heridas. Pero en el sueño te
recuerdo a ti, no a ella. Dejé pasar las horas lentamente. Al final saqué una carpeta
vieja de cosas tuyas y allí estaba Kir-hom, la leyenda de la rosa negra, los delfines del
techo de la caverna y entonces algo apresó mi pecho. Algo me obligó a acostarme en
el sofá y a intentar respirar mientras en la punta del índice izquierdo aparecía un leve
cosquilleo.

1 comentario:

  1. Bueno, para evitar más entradas de las necesarias(perdón, no esperaba que se alargara tanto Diario de Abordo al ponerlo por partes) voy a hacer una pequeña advertencia sobre el segundo volumen de diario de abordo.
    La acción ocurre ya en Madrid, como se habia dejado entrever el primer volumen sucede en Valencia y unos veinte años antes. A pesar de que los personajes son metaforicamente los mismos( en estados de conciencia distintos a como los conocimos)el reencuentro del individuo con su pasado puede ser complicado o incluso traumatico. La proxima entrada de diario de abordo, sera ya la ultima, y en ella aparece para mi gusto un personaje tremendamente especial. Espero que hayais disfrutado

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